El racismo y el trauma intergeneracional son temas históricamente interconectados, los mismo, ha tenido una huella perenne en la humanidad. El racismo ha perpetuado un trauma generación tras generación, creando adicionalmente períodos interminables hasta la fecha de discriminación y opresión. Produciendo un fenómeno enraizado profundamente en las estructuras sociales y culturales, sin ser abordado de manera integral para lograr un cambio real y duradero.

En consecuencia, estudios recientes han podido determinar, las experiencias traumáticas relacionadas con el racismo han generado una marca profunda y epigenética en las personas que los padecen, afectando su bienestar físico, emocional y psicológico. Dichos efectos suelen manifestarse de diferentes formas como, ansiedad, depresión, baja autoestima y dificultades en las relaciones interpersonales, entre otros.

El racismo históricamente ha dejado un impacto en la sociedad en su conjunto. La discriminación y la opresión basadas en la raza ha perpetuado a través de la historia de la humanidad la desigualdad y la injusticia social, generando una constante vulneración al derecho humano y fundamental de la salud psíquica (Física-emocional) de quienes padecen este flagelo, en razón de la inobservancia entre otros en el campo de la medicina, la psiquiatría y la psicología quienes en sus estructuras científicas históricas de investigación no estudiado el racismo, sus traumas y secuelas. Adicionalmente, no se han brindado una atención sanitaria digna y sin sesgos en lo que ello atañe.

Así pues, para comprender la complejidad del racismo y el trauma intergeneracional es de suma importancia analizar el aspecto transgeneracional, es fundamental entre otros, examinar cómo se transmiten las actitudes y creencias racistas de una generación a otra y las secuelas que dichos comportamientos dejan huella en la psiquis de quienes lo padecen. El racismo transgeneracional es un fenómeno complejo con afectación a nivel mundial en la salud metal (física-emocional) en quienes lo sufren. La transmisión de prejuicios y actitudes racistas de una generación a otra, ha perpetuado patrones de discriminación y exclusión arraigados incluso en la crianza, en particular en los niños, donde aprenden y adoptan los prejuicios de sus padres y familiares, de sus pares más próximos. Así pues, el entorno social también ha desempeñado un papel importante, ya que las personas tienden a rodearse de individuos con opiniones similares, lo que refuerza y normaliza los prejuicios racistas.

Toda la estructura social juega un papel importante en la lucha contra el racismo y sus secuelas, la historia, los medios de comunicación, la representación estereotipada, etc. desempeñan un papel crucial en la perpetuación del racismo hasta el día de hoy. Todo ello puede influir en la forma en que las personas perciben y tratan a los demás, internalizados por las generaciones más jóvenes, lo que contribuye a la transmisión de actitudes racistas. El racismo históricamente ha dejado un impacto en la sociedad en su conjunto. Por tanto, es fundamental un abordaje íntegro como humanidad.

Fuente: ONG UbuntuEs